martes, 23 de mayo de 2006

Decisiones - Relatos de Vampiros

DECISIONES
Ivonne Rodríguez

Llueve, el ruido de la caída al transcurrir el tiempo, se vuelve parte del silencio.

Ya no importan muchas cosas, ya la sed se vuelve costumbre a causa de la impotencia que siente mi cuerpo de ser autosuficiente.

Ahora lo único que me queda es esperar que Wicco se apiade de mi y me traiga un poco de vitalidad. Pero ha pasado tanto tiempo que supongo que mi no presencia es ahora luz a su libertad.

Lo amé tanto, que renuncie a mi misma esencia, para buscar ser humana. Y ahora las consecuencias de esa decisión destruyen mi vida a la par que mis tan preciadas cualidades se vuelcan sobre mí, como mis primeras enemigas.

La leyenda dice que los vampiros, una vez destruidos, van a las tinieblas donde la oscuridad es el precio que se paga por haber destruido la vida, por haber tomado a fuerza propia la vida de otro ser humano. Pero lo que ignoran, es que en su infinita misericordia, el Creador, al pedir perdón nos regala a todo ser viviente, la posibilidad de enmendar nuestros errores en una próxima reencarnación.

Tengo recuerdos, pero no memoria, parece extraño, pero es cierto.

Nací en una familia costumbrista, arraigada a las creencias cristianas. Por muchos años mi mente y mi cuerpo conformaron el equilibrio imperfecto pues el ansia que me producía el tomar sangre era injuriado y repudiado por mi mente.

Mi cuerpo ganó muchas batallas, tantas que mi mente sucumbía en horribles depresiones. Mis lecturas cotidianas poco a poco me fueron mostrando quien en realidad era, mientras que mi razón y corazón se veían enfrentados a interminables cuestionamientos.

Aprendí a tomar sangre de los animales que luego eran alimento a mi familia. Ellos nunca sospecharon, pues era una tarea que a solas realizaba como parte de mis quehaceres diarios.

Y en el transcurrir de los días, conocí a Wicco, un hombre mayor muy ilustrado y apuesto. Poco a poco me acerqué a el, usando las cualidades que eran parte del legado de mis vidas anteriores.

Una sensualidad inocente, un imán imposible de repeler. Una fuerza salvaje que inevitablemente sucumbe ante la razón y se ubica sobre la pasión que muchas veces enceguece la mente masculina, haciéndola débil y frágil a los deseos y los caprichos femeninos.

Fue relativamente fácil conquistar su amor, pero fue totalmente imposible conquistar su corazón.

Obligada por mis preceptos, le confesé quien era y él, asustado, confundido, me rechazó, me odio, nunca más volvió a tocarme, a mirarme, a amarme.

En medio de aquel dolor, aborrecía a Dios por ser quien era, por pretender poseer el amor de un hombre siendo yo más animal que humano. Mi ira se desató. Viaje por muchas ciudades. Todo aquello que me había pertenecido ahora me era negado. El amor.

Poseí todo el amor que quise conquistar, bebí su sangre, su vitalidad, cometiendo los mismos errores que me hacían cada vez mas vampiro, cada vez menos humana.

En una vida de desenfreno, ya mis ansias eran imposibles de contener, de alimentar, de saciar. Mi cuerpo decaía, el dolor se apoderaba de mi cuerpo con más frecuencia.

Una extraña enfermedad que mis orígenes no conocían me destruía por fuera, aunque por dentro ya no era nadie.

Sin saberlo, volví a mi origen. Y allí estaba él. Tal vez esperándome, tal vez olvidándome.

Su mirada triste, me dijo muchas cosas, tantas que sus palabras guardaron silencio. Mi belleza se había quedado en los cuerpos de tantos hombres que amé buscando su amor, de tantas noches que lloré, escuchando mi dolor.

Y aquí estoy, entregándole mi prisión para que el vuelva a ser libre. Mi amor es su derrota, su amor mi esclavitud. Tal vez, si vuelvo los ojos a Dios, me dé otra oportunidad, pero aun pienso mientras tengo un suspiro de vida, si no poseerlo es igual a pertenecer a las tinieblas y si es así, prefiero las tinieblas, que me dan la perfecta desesperanza de saber que nunca será mío y no la vida que me brinda la posibilidad aún perdida de poder conquistar mas allá de sus pasiones, conquistar su corazón.

Supongo que mi no presencia es ahora luz a su libertad.

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