jueves, 22 de junio de 2006

Colectivo - Minificciones

COLECTIVO
Néstor Pedraza

El microbús no avanzaba y nada podía hacer. Las lagunas del cielo se habían desfondado y ahora inundaban la ciudad. Las vías eran una sucesión de nudos que paralizaban el tráfico. Así que sólo podía comerse las uñas y apretar las piernas mientras recordaba a su hermana en la cuna, y luego en el corral tirando fuera los juguetes que él le echaba dentro. Más adelante, él le contaba cuentos improvisados o le hacía dibujos, y ella no sonreía. Recordó cuando la descubrió vistiéndose a la carrera con un tipejo de tantos que pasaron por su vida sin aportar mayor cosa. Como en una película, pasaron las imágenes frente a sus ojos, excepto las de aquella vez que ella se embutió un frasco de pepas para la depresión y tuvieron que hacerle un lavado. Por eso, mientras se mordía los dedos dentro del microbús, con la urgencia de llegar al hospital martillándole el pecho, no quería creer lo egoísta que resultaba su hermana al cortarse las venas, como si al hacerlo no estuviera cortando también las venas de él.

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