viernes, 30 de junio de 2006

El Miniaturista - Relatos de locura

EL MINIATURISTA
Alex Acevedo

¿Loco yo? ¿Sólo porque me quedo mirando cómo pasan todos los ricos por el ojo de un aguja, con sus televisores de cuarenta pulgadas al hombro, y en lugar de colaborarles, me contento con decirles adiós? ¿Sólo porque me adentro en los cielos al lomo de un camello, cuando puedo poner un punto final en un párrafo trunco y podrido? ¿Sólo porque me echo a morir de melancolía cuando una chica Aguila me niega su olor y se obstina en la prisión de un simple póster termoformado?

Quizás. Como Copérnico. Como Frankenstein. Como las hormigas que me suben por el antebrazo figurándose que soy un difícil Everest, lleno de pelo.

Pero entonces, ¿será cordura el hastío de esos otros días en que me pavoneaba de entender a Hegel, paseando en las noches de luna llena por los tejados del vecindario?

A lo mejor. Aunque sigo sin creer que tenga siete vidas, o que sólo por desvarío prefiera el Catspride a esas langostas que devoran los enajenados con ocho cubiertos y una copa de vino blanco.

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