lunes, 5 de junio de 2006

Entre Joyas - Relatos Eróticos

ENTRE JOYAS
Lilian Patricia Alvarado

Entre la inquietud y la levedad se despierta la carne, despés de mucho tiempo de silencio. Estaba inmóvil, sin poder articular ningún sentir. ¿Castración? ¿Negación? No importa, pronto eso iba a cambiar.

Esa tarde de estudio sentí aceleración de hormonas. La sangre corría más rápido que nunca, la música sonaba como telón de fondo, y a medida que transcurría el tiempo, crecía en mis entrañas un deseo. La imagen de Tatiana se hacía más fuerte y no me dejaba concentrar.

Al fin me levanté de la silla y decidí tomar mi muestrario de joyas y salir a buscar a mi amiga. Había comenzado a vender bisutería para ayudarme con mis gastos, y ella había prometido comprarme algo. Era la excusa perfecta.

La encontré en su apartamento acompañada por el novio. Comencé a mostrarle aretes, collares, gargantillas, y demás ornamentos que llevaba para que escogiera. Ella tenía algo de prisa, así que nos pusimos cita para ese sábado. Nos despedimos con un suave beso en la mejilla.

El sábado en la mañana, Tatiana me llamó a casa y mi corazón se volvió a acelerar. Quería que nos viéramos más temprano. Me llené de dicha y salí corriendo con gran ansiedad. Esta vez estábamos solas en su habitación. Ella se interesaba especialmente en los collares, que yo le ayudaba a colocarse frente al espejo. "Ese te queda muy hermoso". Me estaba enloqueciendo con el roce de su blusa, la visión de los collares entre sus pechos, y le acaricié levemente el ombligo mientras medía el largo de uno de los collares. "Este es perfecto para la ropa que llevas puesta hoy". Ella se detuvo y mantuvo su mirada fija en mis ojos.

—A ti también se te ve muy bien.

Me alcanzó con sus brazos, me rodeó con ellos, "qué bien me siento aquí contigo", y sus dedos bajaron por mis pechos y mi abdomen hasta electrizar mi vulva. Me sentí querida, consentida, mis entrañas explotaron ardientes. Se desbordó toda la magia, fuerza e imaginación de las dos. Ella acarició lentamente mi vulva, penetró con sus dedos en mi vagina, y con la otra mano tomó la mía y la condujo a su propia vagina. Nos acariciamos con ternura, con pasión encendida, rozándonos con intensidad con las manos, estimulando nuestros clítoris, hasta que ella introdujo toda su mano y su alma en mi cuerpo.

Terminamos en la cama en un abrazo pasional, cada una introduciéndose en la vagina de la otra, adornadas con los collares que habían facilitado nuestro acercamiento, sellando nuestro encuentro con nuestros besos.

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