viernes, 9 de junio de 2006

Límites y Excesos - Crónica

LÍMITES Y EXCESOS
Carlos Alberto Zea

Sucedió en la madrugada. Parque, casetas de comida y tarima musical. Los chicos estudiaban en el colegio del pueblo, el departamental de Mosquera, un municipio al occidente de Bogotá. Eso lo sabían todos. También, que tenían varios meses de novios. La chica cumplía los quince. Poco después de las tres de la madrugada del sábado tres de junio, Alejandro Oliveros de diecisiete años, se despidió de todos menos de ella y salió para su casa. Buscó un lazo, fue hasta el parque y se colgó de un árbol. La muchedumbre observó el procedimiento pero nadie hizo nada. Nataly Oviedo, su novia, fue a buscarlo. Era inusual que no se despidiera; no habían motivos aparentes. No lo encontró en casa, tampoco en las calles. En el parque se abrió paso entre la gente. En la carta que Alejandro dejo a sus padres los hacia culpables de su decisión al haberle negado el dinero con el que pensaba llevarle serenata a su novia. Por lo que comentaron sus amigos, el chico ya tenía antecedentes depresivos y sesiones psicológicas. También dieron a entender que el dinero sobraba en aquella familia. Todos tenían razones y preguntas. Ningún medio cubrió la noticia.

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