martes, 30 de mayo de 2006

Espejismos Dimensionales - Relatos Cyberpunk

ESPEJISMOS DIMENSIONALES
Lilian Patricia Alvarado

Andan persiguiendo a Warner. Él trata de abrir la cuarta dimensión, ha ido al lado oscuro del espejo, pero esta vez fue demasiado tarde, lo pensó mucho. No todos los que pueden pasarse al otro lado tienen su velocidad, Lucy nunca pudo hacerlo tan rápido, pero está cansado, está lento.

En el hospital de Buckenville se prepara el lugar donde se alojan los líquidos y tejidos vitales para el trasplante. Los hombres basura están pendientes del negocio, cada vez llegan menos frascos y no saben qué hacer para restablecer sus funciones vitales. Han tratado de sacar material biológico de cerdos transgénicos utilizados para cultivar órganos humanos, pero no son tan buenos como los humanos mismos.

Después de haber recorrido la calle fétida de propileno capaz de intoxicar a cualquier humano, Warner piensa en sus ancestros y lo invade un sentimiento de nostalgia. Se detiene en una esquina de la calle Broadway: allí vive Lucy, pero ella no descansa en su cama, está en el hospital de Buckenville. El olfato perruno del hombre basura que vigila la entrada al hospital no puede detectar el paso sutil de un Warner viajero de la cuarta dimensión. Warner reconoce los pasillos del hospital: el laboratorio de clonaciones de órganos, el centro de recepción de humanos, la sala de tratamientos especiales.

Warner está cansado, se hace letalmente visible y debe sortear a una enfermera para lanzarse por el ascensor de ropas. Llega al fin al sótano, donde se encuentran las celdas de cuarentena. Pero no encuentra a Lucy. En su lugar, llega hasta una puerta blanca que le da acceso a un lugar espeluznante: Cuerpos cuidadosamente cosidos, levantados por alambres, armados con partes blancas, negras, partes incluso de animales. Una especie de museo, montado con los sobrantes de los procedimientos llevados a cabo en el hospital. Un museo para divertimento de los hombres basura.

Warner trata de abrir la cuarta dimensión, pero esta vez fue demasiado tarde. Atrapado en un refrigerador enorme y repleto de cadáveres, sabe que el cansancio y el frío le impiden sus viajes interdimensionales, sólo le queda el viaje al mundo de los que no respiran. Pronto algunas de sus partes entrarán a formar parte del museo. Si tiene suerte, al menos un trozo suyo quedará unido a un pedazo de su amada Lucy.

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